La habitación se iluminaba cada vez que un rayo salía serpenteante de una nube enfurecida, lo que más miedo le daba a Hermione, era lo que venía después, el sonido sordo y creciente del trueno, por más que se tapaba con las sábanas no podía dormir, recordó aquel conjuro que su maestra le había enseñado «leviatum vitalae», tomó su barita y apuntó al gigantesco oso de peluche que Ron le había regalado antes de irse al campamento, conjuró al peluche para que actuara como su novio.
De inmediato el peluche se levantó y la fue a abrazar «tranquila amor, ya va a pasar» le dijo el acolchonado sucedáneo, la joven Hermione le contestó con un «solo ven y abrázame» el peluche se acostó con ella mientras la joven hechicera lo apretujaba a su perfecto y tembloroso cuerpo.
Vinieron más rayos, y luego más truenos, más apretado en contra del cuerpo de la chica el peluche se sentía, y como si fuera su novio, el querible osito de comenzó a excitar con la bella chica que asustada lo apretaba en contra de sus dulces senos.
Cuando Hermione se dió cuenta de la erección de su peluche, rozando su entrepierna, comenzó a olvidar los truenos, se preguntaba si el hechizo lo había hecho mal, era la primera vez que esto pasaba, el osito gigante, con su erección también gigante, comenzó a frotar su verga, la única parte dura de todo su cuerpo, contra la incontrolable entrepierna de la chica, Hermione no pudo controlar sus deseos, como no los pudo controlar con Harry, el profesor Severus y Albus…
Tampoco con los hermanos de Ron, y es que la chica podría ser la mejor hechicera de todo Howard, pero su ninfomanía crecía y crecía día a día. Sentir esa cosa dura en su concha, le hizo tener dos sensaciones, curiosidad y calentura, bajó la mano para tocar eso duro que estaba humedeciéndola por dentro, y cuando lo tocó no pudo evitar correr su calzón con el que dormía, para que su osito le metiera esa cosa, dentro de sus calientes carnes, mientras el falo del peluche entraba en ella, un rayo iluminó la cara de satisfacción del osito, el osito pudo ver la misma cara de satisfacción en la chica, se sentía incluso mejor que la verga de Ron, el osito comenzó a follarla con fuerza, las carnes de la bella Hermione, eran separadas por esa verga dura y gigantesca que había brotado de su peluche, y se sentía maravilloso para la hechicera.
Cuando llegó el trueno poco le importó a Hermione, entonces el osito le quitó la ropa y la hizo sentarse sobre él, Hermione fue bajando lentamente sintiendo como esa verga de piel humana y llena de venas, la iba rellenando.
El osito la hizo saltar sobre su verga, mientras la chica caliente de solo pensar en lo que estaba haciendo, se manoseaba las tetas, luego el osito sintiendo la humedad de Hermione, la puso en la cama como la perrita en que se había transformado, se puso detrás de la chica y volvió a penetrarla, las manos suaves y felpudas del osito tomaban con extraña fuerza las caderas de la chica, quien viéndose llena hasta las entrañas, y con la sensación de que cada estocada de su peluche la estaba partiendo en dos, terminó acabando alrededor de esa misteriosa y bendita verga que le había hecho perder, como por arte de magia el miedo a los truenos.
Gastón Lemark