Media hora después de haber tomado su desayuno, mi hijastra se durmió profundamente. La pastilla que había disuelto en aquel jugo había hecho efecto.
Con la hija de mi nueva señora teníamos una relación cordial, si bien su carácter no era el mejor, y a veces se comportaba como una pendeja malcriada, estaba todo dentro de lo esperable para sus recién cumplidos 18 y un padre ausente, no nos llevábamos mal, de hecho puedo decir que teníamos una mejor relación entre nosotros, que ella con su madre.
Nos habíamos hecho cómplices de fiestas a las que mi hijastra aprovechaba de ir cuando mi señora por negocios, se ausentaba del país, me había ganado su confianza, incluso sabía que chicos le gustaban, porque me hablaba muchos de ellos, era joven, linda y alocada, siempre le insinuaba que debía aprovechar la vida, para que no le pasara como a mí, que en esta etapa de mi vida a veces me arrepiento de no hacer cosas, más que de las cosas que sí hice y no salieron como quería.
Ella siempre escuchaba mis historias y consejos, yo era para ella quizás lo más cercano a un padre, y aunque ella y yo nos conocimos solo hace dos años, ella siempre me buscaba para conversar.
Ese fin de semana estábamos solos, mi esposa se había ido de viaje por trabajo, y yo tenía mi día libre sin compromisos, planifiqué mi estrategia con mucho tiempo y hoy por fin tenía a mi hijastra para mí, dormida y en su cama, con ese pijama de Hello Kitty que le había regalado hace año y medio para su cumple, un pijama corto y sexy que usaba en verano, con el cual me excitaba casi todas las mañanas cuando se levantaba y me saludaba con un beso en la comisura de los labios, un beso «accidental» y un abrazo que me dejaba sentir sus tetas duras de mujer joven, en mi pecho.
Lo mejor venía después cuando se llevaba el sándwich que cada mañana le preparaba, aún media dormida, con el short de ese pijama rosa, metido entre sus duras nalgas… Era mi parte favorita del día… Pero esta vez me había adelantado, y le había llevado el desayuno a la cama, ella despertó y me sonrió, la dejé ahí con la bandeja servida, conté los minutos con un poco de miedo y desesperación de que esto funcionará y que ni ella ni mucho menos mi señora se fueran a dar cuenta.
Al tocar su puerta después de haber esperado suficiente tiempo la encontré profundamente dormida, semitapada por las sábanas y con su pierna sobre las almohadas, su culo fue lo primero que pude ver, el short de su pijama dejaba ver una de sus hermosas, blancas y suaves nalgas, el bronceado de su bikini dibujaba un contraste hermoso que aceleró mis pulsaciones.
Avancé por el cuarto sin hacer ruido, me paré a su lado, tosí para asegurarme que estuviera bien dormida, le dije su nombre pero no respondió, la toque en el hombro la moví con un poco de fuerza, pero no despertó.
Le acaricié el culo, primero sutilmente, casi como si mis manos fueran una brisa suave, aún no estaba seguro de lo dormida que estaba, no podía dejar de mirar el culo de mi hijastra y salivar, luego que ella no despertó ni se movió acaricie sus glúteos más salvajemente, amasé esas perfectas esferas de carne, cerrando los ojos para guardar en mi memoria la turgencia de mi hijastra, me subí a la cama y acerque mi cara a su hermoso culo, era el más turgente, apretado, y Fit, culo que jamás había podido tocar, incluso mucho mejor que el de mi señora, mi hijastra hacía deporte, y ¡vaya que se notaba el resultado!
Mi nariz se posicionó entre sus nalgas, oliendo su juventud, tome sus calzones y con mucho cuidado, siempre mirándola, los bajé hasta sus rodillas, ella no reaccionaba, estaba como muerta y eso… ¡me excitaba más aún!, me desvestí completamente mientras miraba esa hendidura entre sus piernas, esa vulva preciosa y rosada que hoy por fin probaría.
Ya desnudo me incorporé sobre ella, afirmándome de mis brazos para no tocarla demasiado, mi boca se abrió y mi lengua salió…la lamí entera, su vulva joven sabía exquisita un sabor salino sutil, un olor que me provocaba succionar todo ese néctar que guardaba en su interior, ¡que suerte tenía ese pendejo con el que lo hacía de vez en cuando! Cosa que me había contado hace unas semanas atrás en una conversación muy ramdom:
– Andrés… ¿Te puedo preguntar algo?
– Claro…
– ¿te gusta que te muerdan el pene? Ya sabes así despacio, sin hacer daño…
– jajaja, ¡wow, No estaba preparado para esa pregunta!
– jajaja sorry es que al chico que te comenté ayer, no le gustó, y a mi sí me gusta que me muerdan acá abajo, pero suavecito…
– ¿Te gusta eso?
– sipi! También los pezones…
¡Demasiada mujer para un idiota como ese!, metí mis dedos lentamente hasta llegar a rozar sus labios mayores los separé con mis dedos, froté sus bordes y luego hundí uno de mis dedos en su concha, estaba húmeda, quizás estaría soñando que su padrastro la violaba, pensé y luego esbocé una sonrisa malévola, no mojé mi pene con saliva, solo comencé a frotar mi glande en su húmeda vulva, sus jugos eran suficientes para lubricar a los dos, sentía que ella estaba cooperando con mi pecado, introduje la cabeza hinchada y brillante de mi pene, suavidad y calor fue lo que sentí, ahí con la cabeza metida en su pequeña vulva, tomé mi tronco con la mano, y comence a frotar mi glande por toda la longitud de su abertura, rápidamente la frotaba, y su cuerpo reaccionaba, soltando fluidos que cada vez hacían más sonoro ese roce.
Frotaba tan rápido mi glande en su vulva, como quien frota una lámpara mágica para que el genio salga de ella, comenzó a empaparme más y más, sus sábanas se estaban manchando de ese rico manjar, mi mano furiosa impedía que todo mi pene entrara en ella, jugué mucho rato así, la cabeza iba desde el inicio de sus nalgas, pasando por su ano, hasta su clitoris evidentemente abultado, cuando volvía a pasar mi glande por su pequeño ano, lo masajeaba en forma circular intentando que entrara, poco a poco sus músculos anales se iban relajando y cada vez que pasaba por ahí más adentro podía meter mi expandida cabeza.
Al fin saqué mi mano para poder hundir mi verga en su vagina, y con ambas manos apreté hacia arriba sus nalgas separándola, casi partiendola por la mitad, su vigina se veía completa y su ano parecía estar abierto como un agujero negro que absorbía toda mi atención, lento pero si piedad, mi tronco se comenzó a hundir en su conchita, cada una de las venas del tronco iban desapareciendo en ella a medida que lento la penetraba, solo mis bolas estaban afuera, se sentía tan bien, saqué hasta la mitad mi verga y la volví a embestir ahora rápido y de un solo golpe, con la punta del glande sentía su cuello uterino, que rozaba la punta provocándome unas exquisitas cosquillas, con mis bolas sentía su clitoris y con mi tronco sentía su calor.
La embestí una, y otra, y otra vez, estaba tan mojada que el sonido de las burbujas que se reventaban dentro de ella me tenía loco de perversión, ella era mía, mi puta, ¡y ni siquiera lo sabía!, mis manos siempre en sus nalgas se movían junto con mis embestidas y hacia que sus glúteos chocarán entre sí, como aplaudiendo cada vez que mi pene tocaba fondo, los glúteos se sentían cada vez más apretados y al separarse sus glúteos podía ver su ano que me invitaba a probarlo.
Le hice caso, le metí la verga lentamente en el ano, para no dañarla, hasta que estuvo completamente inmerso en su culo, comencé de nuevo con las embestidas una y otra, y tras los movimientos cariñosos y paternales vinieron los movimientos sádicos de un violador, ya no aguanté más y adentro de su culo, en sus profundidades, deje salir todo mi esperma caliente, sentía los borbotones y las contracciones de mi pene, una tras otra, rellenando su culo de mi leche tibia, los últimos espasmos fueron los más grandes.

Y en ese momento de estar acabando dentro de ella, las contracciones rítmicas de mi pene fueron contestadas por contracciones rítmicas de su delicioso ano, me encantó esa sensación, así que volví a apretar mis viceras para contraer y dilatar mi pene recién acabado, tres veces lo hice, y el ano de mi hijastra respondió con tres contracciones, jaja ¡que simpático! me dije, volví a contraer y dilatar ahora dos veces y ella me respondió con exactamente dos contracciones, un poco extrañado la mire a la cara ella estaba como dormida pero había manchado las sábanas con saliva, su baba me pareció algo halagador pero me hizo voltearme casi instantáneamente a mirar la mesa de noche al lado de su cama, Estela se había comido el desayuno, pero no había probado ni una sola gota del jugo que le hice.
Gastón Lemark
Ésta es una Precuela del Libro: Estela si quieres leer su Historia completa aca abajo tienes el link directo del libro
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