Por Alma Letelier – Psicóloga, sexóloga y, como verán, también mujer con fantasías.
Introducción: el peso de guardarse lo que excita
Decir en voz alta una fantasía sexual incluso a tu pareja puede dar más nervios que dar un discurso en público. El corazón late, la lengua se seca, la mente grita: “¿Y si me juzga? ¿Y si se ríe? ¿Y si piensa que estoy loca?”.
La primera vez que me atreví a contarlo, no fue en un consultorio ni en un taller de sexualidad. Fue en mi propia cama, con mi marido. Y no, no era una fantasía extravagante de película prohibida. Era algo mucho más simple… pero que yo sentía enorme: quería que me atara las manos.
Lo dije en voz baja, como si la pared también fuera a juzgarme. Él me miró en silencio, con una ceja levantada. Yo sentí que me iba a desmayar. Y después se rió. Pero no de burla, sino de nervios. “¿Y por qué nunca me lo habías dicho?”, me respondió. Y ahí empezó una conversación que nos cambió la vida sexual.
Historias de fantasía sexual con parejas que colecciono (de pacientes, amigas y sobremesas)
1. La amiga que fantaseaba con un desconocido
Una amiga me confesó entre copas que su mayor fantasía era hacerlo con un completo extraño en un hotel. No quería hacerlo en realidad (ama a su pareja), pero solo imaginarlo la excitaba. Cuando se lo contó a su marido, él en vez de enojarse, la llevó a un bar, se vistió diferente y se hicieron los desconocidos. Me dijo que fue una de las noches más eróticas de su vida.
2. El paciente que quería ver a su mujer tomar la iniciativa
Él me decía: “Doctora, yo siempre comienzo, siempre llevo el ritmo. Fantaseo con que un día ella llegue, me agarre del cuello y me bese sin permiso”. Cuando finalmente se lo contó, ella se rio a carcajadas, pero un día lo sorprendió en la cocina, lo empujó contra la mesa y le cumplió la fantasía. Nunca más volvió a quejarse.
3. La mujer que soñaba con el sexo al aire libre
Otra paciente soñaba con tener sexo en la playa, pero le daba terror decírselo a su esposo, un hombre serio y formal. Cuando al fin se atrevió, él le respondió: “Yo también lo había pensado, pero me daba vergüenza decirlo”. Terminaron una tarde de verano con una manta, lejos de la multitud, y me juraron que fue el mejor orgasmo de su vida.
¿Por qué da tanto miedo decir tu fantasía sexual a tu pareja?
Desde la psicología, hablar de fantasías activa todos nuestros miedos sociales: rechazo, burla, abandono. El cerebro interpreta la confesión como un riesgo de perder amor y aceptación.
Además, culturalmente nos han enseñado que “lo correcto” es callar, que las fantasías son sucias o inmorales. Por eso, ponerlas en palabras se siente como salir del clóset erótico.
La buena noticia es que las investigaciones muestran lo contrario: las parejas que comparten sus fantasías reportan mayor satisfacción sexual y menos infidelidad. ¿Por qué? Porque dejan de buscar en silencio lo que pueden encontrar en confianza.
Consejos para atreverte (sin morir de susto)
- Elige el momento: no lo sueltes justo después de una pelea ni en medio de la penetración. Un café, un paseo o un rato íntimo de caricias son mejores momentos.
- Usa el humor: un “oye, soñé algo raro anoche” relaja más que un “tenemos que hablar”.
- Sé gradual: no es necesario contar la fantasía más intensa primero. Empieza con algo más suave.
- Escucha la reacción: recuerda que tu pareja también puede tener nervios. No exijas cumplimiento inmediato.
- Deja espacio al juego: a veces, no es necesario llevarlo a la realidad al 100%. Se puede jugar a medias, o solo imaginar juntos.
Lo que aprendí (como mujer y como terapeuta)
Mi primera confesión de fantasía no terminó en escándalo, sino en complicidad. Descubrí que el miedo era mayor en mi cabeza que en la realidad. Y desde entonces, he visto que compartir lo que nos excita es más que un acto erótico: es un acto de confianza.
Las fantasías no siempre tienen que cumplirse. Pero hablarlas abre la puerta a una sexualidad más libre, divertida y auténtica.
Y lo más bonito: cuando se comparten, las fantasías dejan de ser secretos solitarios y se convierten en juegos compartidos.
Alma Letelier – Psicóloga, sexóloga y mujer que también se atrevió a hablar de lo que le excita.

Alma Letelier
Sexóloga clínica. Psicóloga de formación. Mamá de dos adolescentes, casada desde hace 17 años y curiosa por naturaleza. Cree en el deseo como lenguaje y en la conversación como acto íntimo. Ha sido infiel, ha callado fantasías y también ha aprendido a nombrarlas. Hoy acompaña a otros —desde la ciencia y la experiencia— a dejar de fingir y empezar a sentir.