Relato erótico Gusano - Gastón Lemark

Gusano

Desde que nos mudamos a la casa de Katia, la nueva novia de mi papá, él estaba siempre ahí mirándome, escondido detrás de las puertas, o debajo de las camas, ese pequeño gusano siempre se las arreglaba para espiarme, al principio era incómodo, pero luego de un tiempo una se acostumbra a todo, incluso a tener un fisgón en tu casa… Quizás era su edad, quizás tenía rasgos de su antiguo padre, Katia decía que su ex la había engañado tantas veces… Al final todos los hombres eran unos cerdos, de eso no me cabía duda… 

– ¿Qué haces ahí gusano? 

– Nada…

– Anda, sal de ahí…

– ¿Qué estás haciendo?

– Nada que a ti te concierna… 

– ¿Estás mensajeándote con tu novio? 

– Jaja ¿Qué te importa? 

– Le voy a decir a mi mamá… 

– ¿Y qué? Ella no es mi mamá… ¡Sal de ahí! ¿Acaso no conoces la palabra privacidad?

– No te muevas… Si no te va a picar… 

– ¿Qué? ¿Quién? 

– La araña que va subiendo por la cama…

Me levanté de un salto, y el gusano se reía… Mientras salía corriendo de mi cuarto… 

– ¡Pendejo de mierda, cuando le cuente mi papá te va a castigar! 

– ¡Él no es mi papá! Dijo desde el pasillo… Pedorreandose en mi cuarto antes de cerrar la puerta… 

– ¡Idiota! Le lancé un libro que tenía al lado… Pero dió en la puerta… 

Cuando me miré el brazo que tenía extendido, me di cuenta que tenía una araña en el brazo… 

– ¡¡Ahh!! Grité levantándome rápido y aleteando del nervio, por un momento me sentí llena de arañas… 

– ¡¿Qué pasó?! Dijo mi papá abriendo la puerta…

– ¡Ese pendejo de mierda me puso una araña en la cama! 

– A ver… 

Mi papá entró al cuarto y me calmó mientras yo seguía gritando me los brazos, las piernas y el cabello… 

– Noe… No tienes nada… 

– ¡La siento en mi cabeza! 

– Ok quédate quieta… No.. no hay nada… 

– No sé dónde saltó… 

Mi papá miró el suelo y vio la araña… Era una araña de broma… De esas de plástico… 

– ¿Esta es?

– Pendejo de mierda… ¡Papá castígalo! 

– Jaja pero Noe… Es una broma de cabros chicos… 

Me puse a llorar

– Ese pendejo me vive haciendo bromas y espiándome… 

– Noelia… Sé que no es fácil pero Agustín es tu hermano ahora… ¿Por qué no eres más simpática con él, quizás o cambias la estrategia? Así quizás él dejé de ser un niño mal portado contigo… Eres a la única que molesta… Y te he visto tratándolo super mal… Es como lógico que te tenga algo de rabia si lo tratas así… 

– ¿Y por qué debo ser yo la que siempre cede? 

– Amor… Anda… Sé más inteligente, no te pongas a su altura, tú eres 5 años mayor… Se supone que tú deberías ya portarte como la hermana mayor… No la que abusa, sino la que ayuda, protege y se gana el respeto… 

Mi papá siempre encontraba las palabras justas para dejarme pensando… 

– Ok… Pero si ese pendejo se sigue portando así… 

– Amor… Todos tratamos según como nos tratan… Y todos queremos ser bien tratados… Te aseguro que Agustín va a cambiar… Si tú lo tratas bien… 

Mi papá tenía razón… Respire y conté hasta mil… Luego me fui al cuarto en Agustín… 

– Ok… Gus… Agus… Toma, acá tienes tu araña… 

– ¿Me van a castigar? 

– No… Pero ya deja de portarte como un idiota… Yo no quiero pelear más contigo… 

– Ok… 

– ¿Me vas a dejar tranquila? 

– No… 

– ¡Pero qué mierda te pasa! Estoy tratando de ser amable… 

– Mentira… Solo lo haces para que tú papá te deje irte de gira de estudio… 

– Ok… Dime… ¿Te he hecho algo? 

– Me tratas mal…

– Ok… prometo que voy a tratarte mejor… 

– Ok… Me das un abrazo entonces… 

– Jaja… A ver muéstrame las manos… 

Estaba segura que el gusano tenía algo en las manos, algo que pinchara o algo que diera la corriente… Pero no tenía nada… 

– Ok… Entonces un abrazo de paz… 

Agustín se paró rápido de su cama, y me abrazó… Me apretujó y me apretó el trasero… 

– ¡Ey! ¡No hagas eso! 

– … 

Podía sentir que sus manos seguían ahí… Y ahí fue que lo entendí… El gusano estaba entrando en la pubertad… Y yo ya tenía la forma de molestarlo, y vengarme por todas las que me había hecho.

En los días siguientes procuré vestirme con shorts bien cortos no casa, andaba con poleras y sin sostenes debajo, y cuando me bañaba dejaba la puerta entreabierta… Poco a poco Agustín comenzó a caer en mi trampa, a veces cuando nos quedábamos solos, me iba a mi cuarto y me acostaba arriba de la cama… Solo con calzones… Ponía un espejo escondido apuntando a la puerta… Y siempre Agustín estaba en la puerta mirándome… Otras veces le pedía ayuda cuando sacaba la ropa de la secadora, y él se ponía atrás mío… O inventaba algo para agacharme frente a él justo cuando estaba con calzas deportivas… Adoraba ese silencio, y si alguna vez giraba la cabeza para mirarlo, sus ojos y su cara me encantaban, poco a poco pase de disfrutar hacerlo sufrir, a disfrutar ver si cara… Esa cara de querer lanzarse sobre mi y no poder.

Más de alguna vez encontré mi ropa interior debajo de su almohada, tiesa como cartón… 

Me hacía gracia, que el gusano que antes me andaba molestando, poco a poco, comenzara a mirarme de otra forma… 

Una vez incluso entré cuando él estaba en el baño… Lo encontré justo masturbándose… Estaba sentado en el wc… 

– ¿Qué estás haciendo? 

– ¡Sal de mi baño! 

– ¿Qué estabas haciendo Agustín? 

El gusano ya se había tapado, justo antes de que entrara al baño, no fui lo suficientemente rápida, pero se notaba que debajo de su polera un bulto se insinuaba… Pero… Era un bulto demasiado grande… Agustín medía como yo casi, era un par de centímetros más bajo que yo, yo soy bajita, pero ese bulto parecía llegarle a la mitad del pecho por debajo de la polera… 

Debo estar mal… Me dije… Salí del cuarto en medio de los gritos del gusano… 

Desde ese momento la venganza se convertía ahora en una investigación, ¿sería que mi hermano venía tan bien dotado de fábrica? 

Lo comencé a espiar ahora yo, y cuando él se iba a duchar yo intentaba entrar… Pero él siempre cerraba con llave… Y aunque le conté a Katia que su hijo se encerraba con llave, y Katia le dijo que era peligroso tener la puerta con llave cuando se bañaba porque podía pasarle un accidente… Agustín no dejaba de ponerle el seguro a la puerta… 

Así que un día que mi papá y Katia no estaban, me fui a duchar y dejé la toalla afuera en la habitación… Llamé y llamé a Agustín… Cuando por fin apareció.

– ¿Qué te pasó? 

– ¡Pásame la toalla! Está arriba de la cama… ¡Porfa!

Agustín entró y en ese momento cerré el agua y sin que él tuviera tiempo de nada abrí la cortina, me vió desnuda… Yo no me tapé… Solo me deje ver… Después de unos segundos… Y lentamente levanté la mano…

– ¿Me la pasas?

– …

– Agustín… ¿La toalla? 

– Ah sí… 

– Pasa… No quiero dejar todo mojado el piso… 

Agustín caminó lentamente devorándome con la mirada… Yo atenta me fijaba en su entrepierna… 

Agustín caminaba lento como si estuviera en la luna… 

– Toma… Me dijo con un hilo de voz… 

– Gracias… Le dije… 

Lo agarré de la muñeca y lo acerqué con fuerza hacia mí… Me agaché hasta estar muy cerca de él… 

– Ven… Le dije agarrándolo de la polera y poniendo mi cara en su cuello… 

– Hueles terrible… Deberías bañarte… 

– Me bañé ayer… Dijo 

– Sácate la ropa… Te puedes bañar acá… 

– ¿Acá? 

– Dah… Sí… Vamos… 

Le comencé a tirar la polera mientras él me miraba las tetas… 

– Vamos… Sácate el buzo… 

El bulto que tenía era evidente… Cómo Agustín estaba como petrificado, me bajé de la ducha, y me puse frente a él… Y le bajé el pantalón… 

– Wow… Es… Grande … 

– Mejor me voy a bañar a mi baño… 

– No tranquilo… Yo ya me salgo… Le dije… Agarré la toalla que se había caído al suelo… Y salí del baño un tanto shockeada… ¡La verga de mí hermano era literalmente el puto Titanic! 

Cerré la puerta y le di la última mirada a esa verga… Era del porte de mi brazo al menos… ¿Cómo es posible que un pendejo tenga semejante miembro?

Me quedé apoyada en la puerta… Había dejado que Agustín y yo pasáramos un límite que quizás sería imposible de revertir… 

– ¡A la mierda! dije y entré al baño… 

¿Te gusta lo que estás leyendo?

Termina de leer este relato en mi nuevo libro Vínculos Tensos Volumen 1 , acá te dejo el link.

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